Melisa observaba, fascinada, cómo el mini tornado de Isabella bailaba en la palma de su mano.
«¡Guau, eso fue increíble!», pensó Melisa, con los ojos brillantes. «Nunca me había sumergido en la magia de Viento antes, pero ver a Isabella manejarla así... Definitivamente necesito investigar más cuando vuelva al dormitorio.»
Cuando Isabella regresó a su asiento, bañada en los aplausos de sus compañeros de clase, el profesor carraspeó, atrayendo la atención de todos al frente del aula.
—Gracias por esa excelente demostración, señorita Isabella —dijo, asintiendo con aprecio—. Tu control sobre la magia de Viento es bastante notable para alguien de tu edad. Lo que nos lleva a nuestro próximo tema: afinidades.
El profesor comenzó a caminar de un lado a otro, con las manos entrelazadas detrás de su espalda mientras comenzaba su charla.