—¿Qué diablos... Ella tiene un...?
Isabella, percibiendo la sorpresa de Melisa, soltó su agarre y dio un paso atrás.
Un destello de incertidumbre cruzó su rostro, pero rápidamente fue reemplazado por esa misma sonrisa pícara.
—¿Sorprendida? —ronroneó, su cola balanceándose juguetonamente detrás de ella—. Pensé que ya sabrías esto sobre mi especie. ¿Realmente no sabías... esto?
Parecía que iba a levantar más su falda.
Melisa parpadeó, su mente girando mientras intentaba procesar esta nueva información.
Tragó saliva, sus mejillas enrojeciéndose con una mezcla de vergüenza y confusión.
—Yo... necesito irme —murmuró antes de salir corriendo del baño.
De inmediato, comenzó a dirigirse directamente hacia la biblioteca.
Su corazón latía fuertemente mientras avanzaba hacia allí, sus pensamientos un caos enredado.
—Okay, Melisa, okay. Los kitsunes pueden ser hermafroditas. ¿Eso es del conocimiento común? ¿Cómo fue que me perdí eso en toda mi investigación?