Xu Feng aprovechó la oportunidad para mantener el ambiente juguetón y abordar el tema candente de la mañana. Era como matar dos pájaros de un tiro: reconocer el elefante en la habitación mientras mantenía las cosas ligeras.
—Acabo de perder mi primera vez, y tu familia ya está tramando mi segundo hombre —exclamó dramáticamente, fingiendo una mirada de preocupación, como una damisela en apuros—. Quizás esto sea algo bueno; tal vez con el segundo hombre no sea tan doloroso.
Xuan Yang frunció el ceño, claramente sin esperar este giro en la conversación.
—No es mi culpa que seas tan estrecho —replicó con una sonrisa burlona, siguiendo el juego de las bromas.
Xu Feng no pudo resistirse a empujar un poco más los límites.
—No es mi culpa que seas tan grande y un bruto —contraatacó, avivando las burlas juguetonas—. Y eres bueno besando, pero no lo suficientemente bueno como para compensar el dolor en mi…