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En la bulliciosa y pequeña cocina del patio Floreciente, los tres sirvientes, Si, San y Erlang, trabajaban diligentemente para limpiar las secuelas de la comida. Se movían rápidamente, tratando de completar la tarea lo más pronto posible para evitar que su joven señora, Xu Feng, tuviera que limpiar demasiado él mismo.
Junto con sus tres leales sirvientes—Erlang se había quedado atrás a petición de Xu Feng—, abordaron la limpieza con determinación. ¡Xu Feng, aunque no era un experto en limpieza, estaba claramente más capacitado que un joven maestro mimado!
Siendo fiel a sus palabras anteriores, Xu Feng hizo que Erlang trajera una carretilla para transportar cualesquiera objetos que recuperaran de la cocina. Luego, reunió a las dos niñas pequeñas embundadas y se dirigieron desde el patio Floreciente a la cocina principal de la finca Nanshan.
Para este momento, ya era bien pasada la hora del almuerzo, con la luz del sol de media tarde filtrándose a través de las ventanas.
