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Jay se volvió hacia ella, su rostro era duro —Aunque odiaba a tu madre, traté de ser bueno contigo porque eres mi hija. Me equivoqué. Eres justo como ella. No mereces ser amada. No mereces ser parte de esta familia. Vete mientras sigo siendo amable.
Natalie tragó el dolor que sus palabras infligieron —Me iré una vez que sepa qué le sucedió a Abuelo.
—Está muriendo por tu culpa. Ya te lo he dicho. Ahora vete —Sephina repitió con enojo—. Jay, no quiero verla.
—Me iré una vez que vea a Abuelo —Natalie insistió, su voz firme a pesar del tumulto dentro de ella.
Jay, con su ira desbordante, avanzó hacia ella impetuosamente. ¡Zas!
—¿No escuchaste lo que tu abuela dijo? —Jay le gritó—. ¿O prefieres verla también acostada en una cama de hospital?