—Estás despierta —colocó el libro en la mesilla de noche y lentamente se giró, empujando sus caderas contra el costado de Faye, recordándole que tenía una sorpresa especial esperando por ella.
—¡Sí! —dijo ella—. Había un hambre renovada ardiendo dentro de su ser.
—Tengo algo para ti —dijo él con picardía—. Bajó la mano para agarrar su virilidad, acariciando el eje erecto. Ella vio caer una gota del presemen en la punta. Los ojos de Faye estaban muy abiertos por su tamaño. Estaba sorprendida de que algo tan grande hubiera estado dentro de ella. Sentía una necesidad doliente entre sus piernas. Algo dentro de ella se contraía, y sintió que su sexo espasmódico. La vista de él acariciándose a sí mismo la excitaba.