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El cielo vespertino se había transformado en un lienzo impresionante de colores ricos y profundos a medida que el sol se desvanecía gradualmente detrás del horizonte. Faye no podía evitar maravillarse ante la impresionante exhibición de rosas, púrpuras y naranjas que iluminaban las nubes desde abajo.
Notó desde la ventana del carruaje mientras avanzaban por el camino cómo los altos árboles proyectaban largas sombras a lo largo del sendero, creando una sensación de paz y tranquilidad.
Sin embargo, la suave brisa que soplaba entre las ramas de los pinos traía consigo el inconfundible olor de otra tormenta inminente, provocando que Faye se encogiera ante el temor. La lluvia les había caído sin cesar hoy mientras dejaban las tumbas junto al camino de los caballeros muertos. Después de ser castigados por la implacable tempestad, esta calma había sido un refrescante descanso.