El paseo en carruaje desde la fortaleza hasta la iglesia era solo una corta distancia fuera de las murallas de Everton. Dahlia estaba sorprendida por toda la extravagancia con la que había sido agasajada para su boda con Carter.
Ella solo había esperado unos cuantos caballeros en una pequeña capilla perdida en el bosque.
Sin embargo, aquí estaba en un carruaje dorado rodeada de cientos de espectadores, amigos, caballeros y bienintencionados.
Aún más emocionante era que tenía a su hermanita, Violeta, a su lado. El labio de Dahlia se curvó en diversión al observar a su hermana sentada frente a ella, mirando hacia fuera por la ventana del carruaje.
Dahlia se preguntaba hasta qué extremos habría llegado Carter y su unido grupo de caballeros para liberar a su hermana de las podridas garras de sus padres.
—¿A qué costo? ¿Qué cantidad de amenazas o oro habría costado que ellos entregaran a Violeta a Carter y al Duque? —se preguntó.