El aroma fragante del jabón recién molido y las gardenias llenaba la habitación, sumándole ambiente a este momento tan especial. Mientras Faye observaba a Dahlia preparándose en el espejo, sabía que ella era la verdadera definición de una novia ruborizada.
—Te ves encantadora, Dahlia —dijo la señora Garvin, la mujer mayor, que ajustaba los detalles de la boda de Dahlia, asegurándose de que todo luciera pulido a la perfección.
Sterling estaba de pie junto a Faye, observando cómo la dama de honor y la madrina terminaban frenéticamente los últimos detalles para preparar a Dahlia para encontrarse con su novio. Sentía vergüenza y decepción de sí mismo por no ser Faye quien estuviera en lugar de Dahlia, preparándose para él.