A pesar de estar envuelta en los cálidos brazos de Sterling, el cuerpo de Faye se volvió rígido y frío. Él la escuchó susurrar.
—Por favor… No dejes que esto suceda y mantén tu promesa, Sterling, de salvarnos —dijo con voz pequeña—. Hay mucho más en juego de lo que entiendes.
Sterling puso su mano en la parte posterior de su cabeza, regalándole besos en la cara. —Juro hacer todo lo posible para protegeros a ambos y que el Creador sepa, nunca perdonaré a quien os haga daño a ti y a nuestro hijo.
—Gracias —respiró Faye—. Eso es todo lo que puedo pedirte. Te extrañé tanto. Cuando me rechazaste, sentí que mi mundo se desmoronaba. Por favor, no lo hagas...
Sterling puso su dedo sobre los labios de ella para silenciarla.
—No tienes que decir nada más... No lo haré —sacudió la cabeza—. ...No te rechazaré de nuevo. Lamento haber sido yo quien lastimó tu corazón tan profundamente.
—Faye —confesó—, estoy consumido por un terrible sentimiento de auto-repugnancia.