A medida que los susurros de la plaga se esparcían entre los clientes del sórdido bar, una ola de pánico ondulante atravesaba la multitud.
La gente jadeaba de pánico y reunía frenéticamente sus abrigos y sombreros. El sonido de sus pies arrastrándose llenaba la sala mientras se preparaban con urgencia para salir del bar.
Aaron se acercó a su padre y a los demás en el grupo, observándolo desde el centro del bar. La tez de Elliott se había vuelto opaca, y él se alejó de los demás.
—E-Estaré... Pueden encontrarme en mi oficina si necesitan algo más. Mi trabajo aquí ha terminado —tartamudeó, sosteniendo un pañuelo de encaje sobre su rostro mientras se alejaba apresuradamente.
Tras su retirada precipitada, el Barón gritó por encima del hombro. —Eres un cobarde, Elliott. No olvidaré cómo me dejaste así.
La expresión de Aaron era furiosa mientras se acercaba más y Carter podía sentir su furia alrededor de su aura.
—CLACK —susurró.