—La serpiente de nieve se deslizaba y retorcía —sus movimientos siniestros capturaron la mirada de Faye. Con velocidad del rayo, ella observó a la serpiente morder el brazo de Sterling, inyectando repetidamente grandes dosis de veneno en su piel temblorosa, mientras él apretaba la vida de la reptil atrapada en su poderosa mano.
La intensidad de la situación la golpeó como un puñetazo en el estómago, cuando Faye se dio cuenta de que su sueño había sido de hecho una horrible realidad, y la vida del chico que le importaba estaba genuinamente en peligro.
Con la serpiente ahora muerta, ella centró su atención en Tobias. Faye lo abrazó firmemente contra su pecho y cubrió el pelo sudado del niño con dulces besos. Lo alejó para inspeccionarlo, examinando su cara y brazos para asegurarse de que no tuviera marcas de mordidas.
—¿Esa cosa te mordió? —preguntó ella, su tono temeroso.