La expresión de Lucas se volvía más oscura. Desde que aquella mujer se casó con otro hombre, había jurado no volver a verla, ni siquiera en recuerdos.
Lucas era extremadamente orgulloso, incapaz de tolerar cualquier traición, por insignificante que fuera. Solo le pidió que esperara tres meses, pero por cuestiones familiares, no pudo regresar hasta el cuarto mes. Para entonces, era demasiado tarde.
—¿Por qué traer a colación esas viejas historias? —dijo Lucas en voz baja, su rostro cambiaba con las emociones antes de instalarse en una máscara de calma. Ella había salido de su vida hace más de veinte años; no tenía razón alguna para aferrarse a esperanzas o recuerdos.
—Si no me equivoco, Anderson, enviaste a tu secretaria a visitar la tumba de mi suegra hace poco más de dos meses, ¿no es cierto? —La voz de Eric era estable.