—Oh, ¿de verdad? Aun así, tú solo eres una sirvienta, y yo soy una jovencita de la Mansión del Gran General Bai —Bai Xifeng sonrió con suficiencia.
Después de decir eso, pateó a la sirvienta sin esfuerzo. La sirvienta salió volando más de 20 metros antes de caer al suelo. Todos se sorprendieron al ver a Bai Xifeng detrás de ellos.
Y patear a la sirvienta hasta hacerla volar también fue algo impactante para las sirvientas. ¿Cómo es que una jovencita que no podía cultivar, pudo patear a alguien así?
Bai Xifeng se acercó a Xiao Li. Las otras sirvientas se echaron para atrás evitando a Bai Xifeng. No querían ser pateadas de esa manera.
—Señorita Joven... —Xiao Li estaba feliz de ver a su joven señorita.
Bai Xifeng revisó a Xiao Li. Se sintió aliviada al ver que Xiao Li parecía no tener ninguna lesión grave. De lo contrario, haría algo con esas sirvientas.
—¿Qué hacen en mi patio? —Bai Xifeng comenzó a preguntar a las sirvientas.
Al ver que Bai Xifeng no hacía nada más; las sirvientas se sintieron aliviadas. El miedo que sintieron justo ahora fue un pensamiento estúpido. Es la Tercera Señorita Joven. Ella es tonta. A nadie en esta mansión le agrada. Y no ayudarían a esta Tercera Señorita Joven.
—Tercera Señorita Joven, venimos del patio de la Segunda Joven Señorita. La Segunda Joven Señorita quiere que vayas a su patio. Sin embargo, no estabas aquí justo ahora. Así que decidimos preguntarle a tu sirvienta. Pero ella no nos dijo tu paradero —una sirvienta dijo arrogante a Bai Xifeng.
Bai Xifeng supuso que esta sirvienta era una sirvienta de alto rango del lado de Bai Chunhua.
—¿Así que decidieron golpear a Xiao Li? —Bai Xifeng preguntó.
—No golpeando. Solo enseñando. Parece que la sirvienta de la Tercera Señorita Joven no es buena en su trabajo —respondió la sirvienta.
—¿Solo, realmente? —Bai Xifeng levantó las cejas.
Luego se acercó a la sirvienta y la abofeteó. La sirvienta estaba en shock.
—No te estoy golpeando, solo enseñando. Parece que no te das cuenta de con quién estás hablando —Bai Xifeng devolvió las palabras a esa sirvienta—. Y ve y dile a tu ama que si quiere verme, que mueva su maldito trasero hasta aquí.
Las sirvientas entraron en shock de nuevo.
—Ahora, lárguense —dijo Bai Xifeng.
Las sirvientas huyeron del lugar. Luego escucharon que Bai Xifeng decía algo más.
—Oye, lleva también a tu amiga. No quiero que se muera aquí —la frase de Bai Xifeng les hizo darse cuenta de que una de ellas se había desmayado porque Bai Xifeng la pateó.
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