—No te preocupes por eso. Ya puse un arreglo alrededor de tu habitación. Estará bien —explicó Baishe.
—Vaya, ¿de verdad? Me recuerda a un anime que vi cuando era pequeña. Se llamaba Kekkaishi. Bueno, el MC se parecía un poco a mí —Bai Xifeng comenzó a murmurar.
Baishe estaba confundido. '¿Kekkaishi? ¿MC? ¿Qué?' No puede seguirle el ritmo a Bai Xifeng en este momento.
Después de murmurar por un rato, Bai Xifeng encendió el fuego debajo del caldero. Baishe le pidió que se asegurara de que el fuego no estuviera demasiado fuerte.
Bai Xifeng comenzó a poner los ingredientes en el caldero en orden. Empezó a revolver los ingredientes dentro del caldero.
—Me siento como una vieja bruja preparando una poción —se rió para sí misma Bai Xifeng.
Baishe ignoró eso. —Ahora, es momento de poner tu Qi en el caldero. Es la parte más difícil del proceso. Necesitas saber la cantidad exacta que necesitas poner. Si es muy poco o demasiado, afectará la efectividad de la píldora que resulte. Así que por favor, presta atención.
—Hai, Sensei —respondió Bai Xifeng en japonés.
Baishe instruyó a Bai Xifeng para que se sentara al lado del caldero y extendiera ambos brazos directamente hacia él.
—Imagina que el agua fluye alrededor de tu cuerpo hacia tus brazos —dijo Baishe.
Bai Xifeng pensó por un momento. Luego asintió. Ella era una otaku. Lo entendió. Era como en el anime Naruto cuando el chakra del ninja fluía por sus cuerpos.
Bai Xifeng imaginó lo mismo. Inmediatamente pudo sentir algo fluir hacia sus brazos. Luego salió y se dirigió al caldero.
Baishe estaba un poco sorprendido. Bai Xifeng le había dicho que era de otro mundo. Sin embargo, pudo dominar la técnica que solo un alquimista o farmacéutico podía hacer.
—Suficiente —dijo Baishe mientras bajaba los brazos de Bai Xifeng.
Luego, pudieron escuchar una fuerte explosión. Sí. Los ingredientes en el caldero explotaron. Baishe estaba sorprendido. No debería haber explotado. Baishe fue a comprobar el caldero. Se sorprendió al ver lo que había dentro del caldero.
—¿Qué? ¿Fallé? —preguntó Bai Xifeng.
—Bueno... no lo hiciste. Se convirtieron en píldoras —dijo Baishe, pero estaba confundido.
—Genial. Es un éxito —estaba feliz de escuchar eso Bai Xifeng. Luego notó la expresión de sorpresa en la cara de Baishe—. ¿Por qué pareces tan sorprendido? ¿Hay algo mal con las píldoras?
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