Al día siguiente, cuando la familia Chen fue a la casa de Yu Dong, madre Chen estaba encargada de tallar la ventana en la forma que Yu Dong le mostró dibujando en un papel, mientras que Chen Dai y Chen Han estaban encargados de llevar los ladrillos al patio trasero para construir la nueva habitación. Los ladrillos se guardaban afuera de la casa de Yu Dong pero debido a su terrible reputación nadie se atrevía a robarlos, y aunque alguien intentara robar, Yu Dong, cuyos sentidos estaban nutridos con energía espiritual, los oiría y haría que los ladrones huyeran.
Mientras Chen Dai ayudaba a Chen Han a recoger los ladrillos, un tritón del pueblo vino a pararse a su lado, luego, con una mirada furtiva hacia la casa de Yu Dong, susurró:
—¿Todavía están trabajando para Yu Dong?
Chen Dai frunció el ceño, luego envió a su hermana adentro, esta última cargaba tantos ladrillos que, ¿y si se lastimaba la espalda? Luego se giró hacia el tritón y asintió cortésmente.