—¡Lin Wanli! —Huo Jiuxiao no podía oír los gritos, pero vio a la mujer a la que no había visto durante toda la noche. Ella llevaba un vestido de seda blanco y salía de la Cámara de Comercio China.
El hombre no dijo nada más. Se movió frente a Lin Wanli y levantó la mano para abofetearla...
—Sss... —Song Huaishu no pudo evitar romper en un sudor frío por Lin Wanli.
[Tsk tsk, la señora parece estar en problemas. Me pregunto si maestro Xiao se hará cargo de ello.]
Afortunadamente, Lin Wanli estaba preparada y agarró la muñeca de padre Lin.
—¿Las habilidades de autodefensa que la señora practicaba con tanto esmero anteriormente eran para hoy, verdad? —Afortunadamente, Lin Wanli estaba preparada y agarró la muñeca de padre Lin.
—Vamos. —Sin embargo, Huo Jiuxiao no tenía intención de interferir. Solo le dijo una palabra a Song Huaishu.
—No, maestro Xiao, la que está al frente es su esposa. —Huo Jiuxiao lo ignoró y subió al coche.