—Vamos a entrar en el bosque. No solo para esquivar y diluir nuestras emociones —Eric pisó fuerte el pecho—. La luna llena saldrá pronto. Y no vamos a cometer el mismo error que la última vez.
La manada Alfa estaba alineada para recibir sus cadenas y candados. Arrastraban los pies en la arena húmeda. La diversión en el lago había cesado y eso había deprimido su ánimo.
—¿Qué pasó la última vez? —Ruben se acercó sigilosamente detrás de Sandra.
Ella miró por encima del hombro, —¿No estabas aquí en primavera?
Él soltó un aliento agudo, —Bueno, si hubiera estado, no te estaría preguntando, ¿verdad?
Ella se alejó de él y examinó su comentario.
—Bueno, fue un desastre —se mordió la cutícula—. La manada no utilizó sus candados. En aquel momento estábamos en el sótano. Las cadenas no estaban firmes en las riendas sin candados, y algunos lobos se soltaron.
Polo y Los Deltas balanceaban sus candados sobre sus cabezas.
—Estos tipos —tus tipos para ser específicos —Sandra señaló.