Yang Jiu entrecerró los ojos cuando sintió el sol brillante golpear su rostro.
—¡Papá! —llamó Yang Jia, corriendo hacia su padre y abrazándolo fuertemente.
Yang Jiu le dio unas palmaditas en la espalda a su hija y preguntó:
—¿Fue Gu Zhen quien me sacó?
Yang Jia asintió y dijo:
—Sus abogados son realmente buenos. Una vez que demostraron tu relación íntima con Qiang Du, el tribunal concluyó que la evidencia que ella proporcionó era nula y pidieron que la trajeran para interrogarla mientras tú quedas libre.
—¿Interrogatorio? —preguntó Yang Jiu, frunciendo el ceño.
Al ver el ceño fruncido en el rostro de su padre, Yang Jia sonrió y dijo:
—Relájate papá, ella no dirá nada. Qiang Du sabe lo que está en juego si abre su gran boca.
Yang Jiu miró a su hija sorprendido y preguntó:
—¿Eso significa que sabes la verdad?
Yang Jia asintió y dijo:
—No puedo creer que hayas matado al viejo maestro Sang y luego pensaras que podrías ocultármelo.
