—¿Hay algo con lo que pueda ayudarte, Damian? ¿O viniste aquí para irritarme porque Emily no te hace caso? —preguntó Rika, su voz cargada de un desdén amargo, casi como si no pudiera soportar ocultar su frustración más tiempo.
Ella no quería pensar lo peor de sus amigos, pero era difícil formar pensamientos positivos cuando te mantenían como a un prisionero y ni siquiera te permitían tocar el suelo con los pies.
—Estoy aquí por razones de seguridad —dijo Damian con una sonrisa casi divertida ante el gruñido irritado de Rika, pero no le dijo nada hasta que la bajó al suelo—. Eso explicaba mucho, pero al mismo tiempo no lo suficiente.
Rika se sintió halagada, pero no quería que nadie la vigilara.
—¡Vuelve! No necesito un guardaespaldas. Estoy segura de que la noticia de lo que le pasó a mi secuestrador ya se ha esparcido. Nadie sería tan tonto para venir tras de mí ahora —aseguró Rika a Damian, pero él no parecía satisfecho con su aseguramiento.