El secuestrador advirtió al comprador omega. Sus palabras hicieron sonar las campanas de alarma en la cabeza del Señor Darling, pero las ignoró.
A pesar de la persistente incertidumbre, el Señor Darling se convenció a sí mismo de que todo estaría bien. Estaba seguro de que la situación resultaría de su agrado, descartando así cualquier necesidad de preocuparse.
—Agradezco la advertencia que me diste. Como me has hecho un favor, yo te haré uno a ti —mayordomo, asegúrate de que este hombre salga vivo de nuestra propiedad. Quiero agradecerle por tan increíble regalo.
La sonrisa del omega, aunque aparentemente gentil, tenía una cualidad inquietante que enviaba escalofríos por la espina dorsal de Rika. Bajo otras circunstancias, habría tranquilizado a las personas, pero solo profundizó la sensación de inquietud.
El secuestrador también debió sentir la rareza de la situación, porque rechazó la ayuda.