Jael subió las escaleras con expresión sombría, estaba cansado de la reunión y tenía que dejar el comedor. Aún seguían de fiesta, y sabía que continuaría hasta después del amanecer.
Jael se detuvo frente a su puerta, preguntándose si debía tocar antes de entrar pero decidió que no, en caso de que ella estuviera dormida. Cuidadosamente giró la manija, asegurándose de que no hiciese ruido al entrar en la habitación.
Jael silenciosamente cerró la puerta con llave y se acercó a las ventanas, cerrándolas con las cortinas. El sol estaba saliendo, en un par de minutos, no habría podido hacer eso sin incidentes.
Se dirigió hacia la cama, Mauve yacía en ella con los ojos cerrados y la boca parcialmente abierta. Su cabello estaba desordenado y un par de mechas se habían colado en su boca.
Jael sacudió la cabeza mientras la observaba dormir sin ninguna preocupación. Extendió su mano para quitarle el cabello. En cuanto su mano tocó su rostro, Mauve lo agarró y sus ojos se abrieron de golpe.