Mauve sintió dedos fríos recorrer su cuerpo y un gemido escapó de sus labios. Los dedos se movieron desde su estómago hasta su pecho y manosearon las frutas. Arqueó su espalda y sus labios se separaron.
Jugaron con las puntas pellizcándolas ligeramente. Mauve se estaba desesperando. El dedo dejó su pecho y bajó hacia su cintura y aún más abajo. Los dedos saltaron a sus muslos pero lentamente comenzaron el viaje de regreso hacia arriba.
Mauve se despertó sobresaltada por fuertes golpes. Gruñó y se sentó preguntándose quién podría estar haciendo tanto ruido. Cerró los ojos y se los frotó mientras intentaba despertarse.
El ruido parecía como si alguien estuviera martillando un clavo dentro de su cabeza y fue entonces cuando Mauve se dio cuenta de que el sonido estaba realmente dentro de su cabeza.