—Sabes, tal vez sí lo hicimos —lo escuchó decir.
Antes de que pudiera procesar sus palabras, él dio un paso adelante y cerró la distancia entre ellos. El aliento de Mauve se cortó y luchó contra el impulso de retroceder como había hecho en la biblioteca. Ella tenía miedo de él pero no creía realmente que él la fuera a lastimar.
Mauve levantó lentamente la cabeza, no podía escuchar nada excepto el fuerte latido de su corazón. Los ojos azules de Jael buscaban su rostro, incluso en el corredor con poca luz, sus ojos brillaban. Ella abrió los labios, de repente era demasiado difícil respirar.
Jael inclinó su cabeza y Mauve instintivamente cerró los ojos. Él movió su cabello sobre su hombro izquierdo, sus dedos fríos la hicieron estremecer. Ella apretó su vestido más fuerte mientras su corazón amenazaba con salirse de su pecho.
—Deberías ir a dormir —su voz sonó almizclada.