—¿No estás muerto? —preguntó Zein.
Para Zein, era solo una pregunta casual, nacida de la curiosidad genuina. ¿El hombre terminó no haciendo la incursión y por eso no fue parte de las bajas? ¿O logró escapar de la mazmorra antes de que ocurriera un brote?
Sí, Zein no lo preguntó con malicia.
Pero lamentablemente, quizás porque la contraparte era alguien de la zona, Zein lo preguntó con un tono que usaba en la zona roja; profundo, agudo, duro. Podría llamarse tono local para los habitantes del fondo, ¿pero para estas personas que vivieron toda su vida en zonas más seguras?
Sonaba siniestramente escalofriante.
La reacción fue inmediata; después de un encogimiento colectivo, el círculo estaba parado defensivamente cerca el uno del otro, e incluso los guías de clase C que habían bajado la guardia alrededor de Zein antes se levantaron y retrocedieron, endurecidos por el miedo.
—¿Qué estás—? —tartamudeó el arrogante guía de clase A. Yo... ¿es eso una amenaza de muerte?