Zein observaba la ceremonia de bodas ensimismado.
Algo le hacía cosquillas en el corazón y alteraba su visión cuando Abel esperaba nervioso a su novia, con los pies inquietos y nunca quietos hasta que sonó la música. Entonces su mente comenzó a divagar;
—¿También Roan estaba nervioso durante su boda? ¿Su padre se removía y sudaba mientras esperaba a su madre? ¿Cómo lo hicieron en ese tiempo? ¿Usaron el muelle y se casaron justo al lado del lago bajo los cerezos en flor?
Al sonar el órgano y caminar la novia por el pasillo, sonrojada de nerviosismo y felicidad, él veía a una joven, más joven que él, con cabello como la cálida luz del sol y ojos como un océano profundo, caminando bajo la lluvia de pétalos revoloteantes, en un vestido blanco tan inocente como su radiante sonrisa.
—Ah... —Zein había soñado con ello; se miraron el uno al otro, mientras Lucía caminaba por el pasillo, y Roan le sonrió suavemente, extendiéndole la mano para que pudieran unirse bajo el cielo azul.