Cuando Emily finalmente guardó sus cosas y se acostó, Derek sintió ganas de vitorear como un aficionado al fútbol cuyo equipo acababa de marcar un gol tras una temporada entera sin anotar. Y luego, cuando su respiración se niveló y comenzó a roncar ligeramente, tenía ganas de gritar de triunfo a pleno pulmón.
¡Por fin! ¡Por fin! Dormida al fin, dormida al fin.
Había comenzado a preguntarse si ella era incluso humana. No había mostrado signos de fatiga antes de simplemente acostarse y dormir. Y con cada segundo que pasaba, la preocupación de Derek de que su PA descubriera el secreto de su insomnio aumentaba. Pero, oh maravilla, justo cuando había empezado a considerar seriamente salir en la peligrosa noche, ella finalmente cedió y decidió dormir.
—He puesto la alarma a las ocho de la mañana —había dicho, sin duda queriendo hacerle saber cuántas horas de sueño tendría.
