César lo miró fríamente con el rabillo del ojo.
—Jamás me interrumpas cuando esté hablando.
—¡Cierra tu maldita boca y escucha! No soy como tú, padre —El odio ardía en su mirada, y el Señor Sergey podía sentirlo trepar por su piel, estremeciéndose—. Yo elevé a esta manada y organización al número uno. Así que mantén la boca cerrada. ¡Tú no habrías hecho nada!
El Señor Sergey estrechó su mirada hacia él. —Hueles a un humano en particular, César. ¿Quién es? ¿Con quién has estado viéndote? Sé honesto con nosotros.
El corazón de César dio un vuelco. Miró a todos, quienes tenían una expresión de shock y sorpresa. Estaban desconcertados.
¿El alfa supremo, viéndose con un humano? ¿Un humano?! ¿Cómo podría eso ser posible?
Su atención se desvió del Señor Sergey a César, esperando algún tipo de aclaración de su parte.
César se pellizcó el entrecejo. —No me estoy viendo con ningún humano.