Adeline se tensó de inmediato, la puerta se cerró detrás de ella mientras Yuri se retiraba.
—C-César —sus labios temblaban, sus ojos se desviaron hacia el vendaje que rodeaba la parte inferior de su cabeza.
Ella podía ver el que asomaba de su cuello e instantáneamente supo que todo su torso estaba vendado, lo que significaba que él había sufrido más heridas de las que había imaginado.
—Ven —dijo César lentamente—. Ven y siéntate aquí —golpeó su regazo y dejó caer los documentos que sostenía.
El corazón de Adeline latía con tanta fuerza que parecía salirse de su pecho al punto que podía oírlo.
Al principio, su cuerpo se movía y ella daba pasos hacia él. Pero César se encontró con una total sorpresa cuando de repente ella aceleró el paso, saltó hacia sus brazos y lo abrazó fuertemente. Era como si no esperara encontrarlo allí con vida.