El ojo izquierdo de Román tembló furiosamente y gruñó por lo bajo—. Tú el que habla como si hubiera sido el mismo resultado si hubieras estado en mi lugar.
—Pues no lo estaba, así que no deberías asumirlo —rió Nikolai—. Al final, el que estaba en el suelo eras tú, no yo. Así que nunca más te pongas delante de mí e intentes intimidarme con tu gran tamaño.
—¡No funcionará y nunca funcionará! —le dio un golpecito a ese hombre en la frente.
Román le dio un manotazo en la mano—. Definitivamente algo le pasa a Adelina. Pero aparte de eso, te haré disculparte aunque me lleve un año.
—Deja de soñar —se burló Nikolai—. No eres un puto niño.
—Por eso es que no me caes bien —Román lo agarró por el cabello y estrelló su cara contra el respaldo del asiento del coche.
—¿Pero qué coño te pasa? —Nikolai se echó para atrás con la nariz sangrando—. ¿Crees que necesito que un gilipollas como tú me caiga bien? —Agarró su propio pelo y golpeó su cara contra el marco de la caja del coche.