Adeline solo podía quedarse de pie y observarlo desaparecer de su vista. Cayó de rodillas, apretándose el pecho con una fuerza abrasadora en su interior.
No, aún había amor en sus ojos. César no la odiaba como estaba demostrando.
Solo estaba enojado con ella. Sí, eso era. Solo tenía que arreglar las cosas, solo tenía que hacer que las cosas mejoraran y explicarle. ¡Solo tenía que hacerle entender!
Pero... ¿sería suficiente simplemente arreglar todo para mejorar la situación? ¿Era... suficiente?
Esta era su oportunidad. ¡No podía dejar ir a este hombre! Estaba claro que él no tenía intención de lastimarla físicamente. Necesitaba ir tras él, o de lo contrario, podría no tener nunca más una oportunidad como esta.
Permitir que se escapara de sus manos sería el peor error que jamás podría cometer.
Las cosas aún podrían funcionar. Lo amaba tanto como siempre, y aunque no estaba segura de hasta dónde había llegado su amor ahora, aún podía decir que estaba allí.