—¡Tengo muchas ganas de que llegue! —Qu Xinlan dejó escapar una sonrisa jubilosa.
—Hay muchas más cosas que aprender. Mis conocimientos son limitados —El ánimo de Xiu Wanxue era bueno.
—Pero si no tengo la raíz espiritual, no puedo practicar el poder espiritual —Qu Xinlan se calmó después de un momento de excitación.
—No pienses demasiado; estarás bien —Incluso si él no podía practicar, ella encontraría una manera de ayudarlo.
Justo cuando iba a hablar, el brazalete de comunicación en su muñeca se iluminó.
—Xiao Xue, ¿eres tú? ¿Has vuelto? —¿Dónde estás? —La urgente voz del hombre se pronunció.
—Xiao Xue (Pequeña Nieve), ¿dónde estás?
—Xue'er (Nieve), ¡has vuelto! —Dime, ¿dónde estás ahora?
—Tío Ru, ¡he vuelto! —Xiu Wanxue respondió satisfecha.
Los otros dos hombres, que no la oyeron llamar sus nombres, se quedaron callados. Se sintieron heridos, pero sonrieron amargamente. Realmente era su ilusión pensar que Xuexue los había perdonado completamente.