—A mi amado padre: te extraño mucho. Espero poder jugar al ajedrez contigo como solíamos hacerlo cuando era joven. Prometo que no mencionaré esa noche nuevamente. Si mi padre no me permite verte, me mataré. Vivir una vida sin mi padre es como morir; es tan solitario. De todos modos, nadie me ama; simplemente moriré —de tu amada hija, Chanchan.
El rostro de Nian Shuang estaba azul y verde, como si estuviese envenenado. Apretó la carta en su mano con fuerza.
Xiu Wanxue no se atrevió a hablar. Aún recordaba el impactante secreto que había escuchado entre él y Hui Chanchan la última vez, cuando Hui Chanchan confesó que amaba a su padre.
—Señor, ¿cómo lidiar con ella?
—¿La esposa sabe sobre esto?
—La señora no sabe. Ha estado ocupada con los asuntos del palacio. Fue convocada por la reina, y la reina emitió una orden para que ella tomara el control de los guardias reales para encontrar el tesoro nacional —respondió el hombre respetuosamente.