—Una vez que lance esta bengala al cielo, vendrán corriendo aquí. Sabes qué, Hua'er, me enamoré de ti desde la primera vez que te vi acompañar a mi hermana al festival de flores en la noche, hace veintidós años. Te he estado siguiendo durante dos años, y nunca miraste a nadie más que a mi hermana —la mujer miraba la cara de Xiu Hua con obsesión.
—Sabía que nunca mirarías a nadie más que a mi hermana, no importa lo buenos que sean los otros. Abandoné mi identidad, mi fama, mi riqueza y mi clan para traerte aquí porque no quiero que veas a mi hermana, y tengo miedo de que mi hermana te quite de mí —ella no se arrepintió de hacerlo. De lo que se arrepentía era de no haber logrado ganarse su corazón.
—¿Te obligué? Nunca quise ser amado por ti —los ojos de Xiu Hua estaban vacíos. No sentía ninguna simpatía por esta persona. Debería estar agradecida de que no la matara esa noche o de no ajustar cuentas con ella por todo el sufrimiento que le causó.