Su rostro estaba ligeramente pálido, pero eso no afectaba su bonito rostro. El hanfu que llevaba puesto estaba un poco arrugado, mostrando que debió haber pasado por algo. Sus pestañas estaban mojadas.
En su delgado cuello blanco, colgaba un gargantilla hecha de exquisitas gemas de perlas, que resultaba muy atractiva en su piel blanca como la nieve, incluso si la gargantilla era normal.
Unos cuantos mechones de cabello blanco caían levemente sobre su rostro.
Shang Tangxu, que acababa de llegar a la cueva, miraba inconscientemente sus pies. Su rostro indiferente, que no había cambiado durante años, finalmente mostraba una grieta.
Estaba seguro de que sus pies se habrían convertido en hueso. ¿Cómo lucían ahora? ¡Sus pies estaban perfectamente normales!
Ella estaba parada en el medio del altar con los pies descalzos y el cabello desordenado. En la pared, apareció un enorme agujero.
Shang Tangxu:….
—¿Ella hizo ese agujero en la pared?
—Tus pies… —carraspeó y le preguntó.