El corazón de Mallory dio un vuelco al ser jalada hacia el lado de Hadeon, sus ojos se agrandaron en sorpresa alarmada. La habitación zumbaba con risas y conversaciones animadas, sin embargo, una tensión silenciosa se enroscaba entre ellos, un hilo invisible que la ataba a él.
Echó un vistazo rápido al vampiro de sangre pura, notando cómo no había soltado su mano. Cuando sutilmente intentó alejarse, su agarre cambió—firme pero suave—manteniéndola en su lugar, encendiendo un calor inesperado que irradiaba a través de sus mejillas.
Para evitar que la gente notara su mano alrededor de la suya, se acercó más a él.
—Lady Mallory, ¿estás bien? —preguntó una mujer de mediana edad, su voz rica en preocupación.
Sintiéndose como si fuera una ladrona atrapada en el acto, Mallory respondió rápidamente, —Estoy bien, Milady. ¿Por qué lo pregunta? —Forzó una sonrisa brillante, aunque un revoloteo danzaba en su pecho, como hojas atrapadas en un viento otoñal.