Islinda no tenía idea de lo que había estado pensando cuando levantó aquel cuchillo contra Aldric, excepto que había sido cegada por tanta rabia y miseria que quería venganza. Quería herir a Aldric tanto como él la había herido. Necesitaba que sintiera cuánto dolor le había causado. ¿Cómo puede alguien estar tan vacío de emoción humana? Excepto que él no era humano. Él era Fae.
Aún con la desesperación por hacerle daño, Islinda sabía que no llegaría a estar a pulgadas de él para herirlo. Había luchado con Aldric lo suficiente como para saber que era más fuerte que un humano común y siempre la vería venir. Tal vez, ella contaba con esa expectativa, y aunque perdería con él, el Fae sabría que la había herido profundamente. No solo su corazón, sino su alma.