—¿Cómo me veo? —Islinda salió de la cabaña y apareció frente a Valerie con un nuevo par de túnica y pantalones masculinos.
Cuando volvieron a la cabaña, Valerie le entregó la ropa ya que la capa estaba húmeda y pesada sobre ella, y su ropa vieja estaba sucia. A pesar de que ya habían hecho prácticamente de todo, Valerie aún le dio privacidad para vestirse, lo que era bastante lindo. Sus sentimientos por el atractivo Fae eran tan evidentes que bien podrían estar escritos en su cara.
Valerie estaba sentado en un banco afuera y había encendido un pequeño fuego que utilizó para cocinar la caza que había atrapado antes. Se volteó al notar su presencia, su vista recorriéndola con aprecio y ella se sonrojó ante su mirada intensa.
—Habría quedado mucho mejor si fueran mis ropas —dijo él con una sonrisa burlona en la comisura de sus labios.
—¡Aha! ¡Lo sabía! Robaste la ropa, ¿no es así, Valerie? —Islinda le preguntó con los ojos entrecerrados, desafiándolo a salir con una mentira.