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Islinda apenas podía contener la furia que recorría sus venas como el fuego líquido de la lava de una montaña. En ese momento, no deseaba otra cosa que herir a Aldric. Lo heriría tanto que lo haría pensar dos veces antes de arruinar la reputación de alguien otra vez.
Pero incluso en medio de su furia ciega, el sentido común le hablaba mientras recordaba sus palabras: "¿Quién crees que se beneficiaría más de mi muerte y querría tanto el trono?".
El nombre estaba en sus labios pero Islinda se negó a admitirlo porque eso significaría que Valerie intentó acabar con su vida. La trampa que él había preparado para Aldric también la habría atrapado si el príncipe oscuro no la hubiera salvado.
No, estaba equivocada. Valerie no haría algo así. Todo esto era un intento de Aldric de volverla en contra de su hermano del cual todavía estaba enamorada. Aldric era un embaucador. Era capaz de muchas cosas y una de ellas era ser un gran manipulador. Todo eran mentiras.