—Lyra estaba aún más furiosa cuando escuchó esas palabras y gritó al teléfono:
—¡Está bien! ¡No puedo vencerla, ni una sola vez! ¡Todo es mi culpa! ¡Soy inútil!
—¿Deseas que ella fuera tu hija, verdad? No merezco ser tu hija. ¿Estás feliz ahora?
—Amara curvó los labios y resopló:
—¡Mira cómo estás! ¿Qué tonterías estás diciendo? ¡Eres muy buena en enojarte con tu madre! ¿Dije algo incorrecto?
—¡Solo admite el hecho de que no puedes vencerla. No seas tan mal perdedora!
—¡Está bien! ¡Está bien! ¡He terminado de hablar contigo! ¡Te llamé para quejarme, no para recibir una lección!
—¡Tú! ¡Siempre has sido de mecha corta!
—Mamá, ¿no dijiste que habías pensado algo para tratar con esa maldita perra?
—¿Por qué no lo has hecho aún? ¡Se está volviendo más insolente! —Lyra rugió al teléfono insatisfecha.
—Pero ella no sabía que Amara había contratado a un asesino para asesinar a Hazel.
—¡Por supuesto que Amara no le diría nada al respecto!
—Amara suspiró: