—Ugh… —Hazel no pudo contener las náuseas.
Aunque fue un sonido tenue, Tristan aún lo escuchó al otro lado del teléfono.
—Hazel, ¿qué pasa? ¿Te sientes mal?
—¡Nah, estoy bien! —Hazel tragó fuerte, luchando contra el malestar en su estómago.
¡No quería que Tristan supiera que estaba embarazada de nuevo, ni tampoco quería que se preocupara más!
Tristan reflexionó por un momento y preguntó con un toque de preocupación:
—¿Realmente estás bien?
—Hazel, pase lo que pase, ¡no me lo ocultes!
—¡Está bien, lo tengo!
—Vale, volveré a la Ciudad mañana. ¡Debería llegar alrededor de las ocho de la noche! —dijo Tristan.
—Claro, ¿quieres que te recoja?
Tristan preguntó con preocupación:
—¿Te es conveniente?
—¡Sin preocupaciones! Está totalmente bien. —Hazel fingió compostura.
—¡Entonces está bien! ¡Nos vemos mañana!
—Vale, ¡nos vemos! —Hazel terminó la llamada en silencio.
Después de colgar, Hazel se acurrucó en el sofá, la frustración le roía mientras se frotaba el estómago.