—¿Qué quieres comer? —Tristan la miró con ternura.
—Lo que sea. Tú decides. —Hazel sonrió.
—¿Qué te parece si comemos cocina francesa?
—Claro.
Ambos charlaban y reían mientras pasaban junto al coche de Chase.
En el coche, la expresión en el rostro de Chase era muy fea.
La fuerte posesividad de Chase hacia Hazel hacía que le fuera imposible aceptar que ella coqueteara con otro hombre.
—Hazel, definitivamente te haré suplicar frente a mí...
Chase no salió del coche. Pisó el acelerador y pasó junto a Hazel y Tristan.
—¡Cuidado! —Tristan y Hazel esquivaron. La inercia del coche casi los volcó.
—El conductor está loco. ¿Sabe conducir? —Tristan sostuvo a Hazel y maldijo al ver la parte trasera del coche.
Hazel echó un vistazo al número de matrícula y su corazón se hundió.
Era el coche de Chase.
Afortunadamente, solo les había dado una advertencia y no había conducido directamente hacia ellos.
—Hazel, ¿estás bien?
—Estoy bien. ¡Vamos!
—¡Vale!
