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Su Han, Su Baliu.
En la Ciudad del Condado de Yunyang, ese nombre brillaba como el sol al mediodía, semejante a un espíritu divino.
Sin este hombre, no habría existido el Pabellón Asesino de Dioses del pasado, y sin él, no habría Secta del Fénix hoy.
En la fundación del Pabellón Asesino de Dioses, él lideró a sus miembros, con el poder de una secta de noveno grado, y apenas unas pocas docenas en número, para aniquilar por completo a una Secta del Demonio de Sangre que contaba con más de diez mil.
Después, bajo circunstancias que todos creían imposibles, llevó al Pabellón Asesino de Dioses a borrar de la existencia a la Secta de Octavo Rango de Artes Marciales Verdaderas.
En esa batalla, más de cien mil de la Secta de Octavo Rango perecieron, mientras que el Pabellón Asesino de Dioses sufrió menos de mil bajas y heridos, combinados.
