—¡Zumbido, zumbido, zumbido! —El grupo se lanzó hacia la entrada de la cueva, y por un momento, se sumergieron en la oscuridad.
Pero en efecto fue solo un instante, y al siguiente segundo, abrieron los ojos de par en par al presenciar una escena en la que difícilmente podrían creer en su vida.
Ante ellos fluía un río turbio.
El color del río era un amarillo denso, como si estuviera lleno de incontables cantidades de lodo.
El río era vasto, extendiéndose de un extremo del cielo al otro, más allá de lo que la vista podía alcanzar.
—¿Hmm? —La expresión de Lian Yuze cambió repentinamente, y parpadeó ferozmente, pensando que había visto mal.
—¿Qué pasa? —preguntó Liuu Feng, confundido.
—¡Ahora mismo, un brazo salió del río! —dijo Lian Yuze.
Ahora, mirando de nuevo, el brazo había desaparecido, y solo un retumbar atronador se podía escuchar proveniente del río, como el rugido de un trueno celestial.
Ese era el sonido de una inundación arrasando.