—¡Lo haré! —Hong Chen se levantó directamente.
Liuyun sonreía ligeramente, de pie detrás de Hong Chen, claramente consciente de la enemistad entre Hong Chen y Yux Yan.
—¿Tú? —Mirando de reojo a Hong Chen con ojos penetrantes, Yux Yan dijo con desdén—. Creo que ustedes dos mejor me enfrenten juntos. ¿Han olvidado cómo les di una lección antes?
—El pasado es pasado; ahora es ahora —dijo Hong Chen.
—Parece que en el Pabellón Asesino de Dioses, tu fuerza no ha aumentado mucho, pero tu arrogancia ciertamente sí —comentó Yux Yan, sus ojos desprendiendo una luz fría—. Hong Chen, oh Hong Chen, siempre has sido objeto de humillación, y sigue siendo igual ahora. Te has puesto en una posición difícil, pero te daré una oportunidad. Deja que tu hermana venga y me sirva bien, y te dejaré ir hoy. ¿Qué te parece?
Al oír estas palabras, una luz fría brilló en los ojos de Hong Chen, y su figura se lanzó hacia Yux Yan, lanzando un puñetazo.