De vuelta en la Granja Bellory, Anton miraba a Mary, estupefacto, preguntándose si la había escuchado bien.
Mary le había ofrecido a Anton quedarse a dormir ya que su casa queda bastante lejos y ya es tarde. Mary solo lo ofreció pensando en su seguridad, pero por supuesto, la mente de Anton había pensado en otras cosas. Cosas que podrían hacer en medio de la noche si él se queda allí.
Mary vio lo confundido que estaba Anton con su pregunta y al principio se preguntó por qué, pero no es tan ingenua como para no entenderlo.
—Oh, no, no, no. No estarás pensando en cosas de adultos, ¿verdad? —preguntó Mary en broma, pero realmente lo decía en serio.
La cara de Anton se volvió roja, tan roja que incluso aunque estaba oscuro dentro del auto Mary lo vio. Sus ojos se abrieron de vergüenza y no solo tartamudeaba, sino que también luchaba por encontrar sus palabras.
—Y-Yo... E-Eso no era.
