—Sabes que he estado imaginando y soñando con comerte desde mi escritorio desde aquella noche —murmuró Henry mientras deslizaba el dorso de su mano por su mejilla y mandíbula.
—¡Eres un pervertido! —exclamó Amy mientras intentaba empujar a Henry hacia atrás.
—¡Jaja! Lo soy cuando se trata de ti. Este pervertido incluso mejoró su sistema de seguridad por ti. Entonces, ¿qué será mi ángel?
—Yo-Yo… ¡Ahhhh! —Amy gritó cuando Henry ya la había levantado al estilo de la novia y caminaba rápidamente hacia su escritorio. No pudo hacer nada excepto rodear su cuello con los brazos.
Él la colocó suavemente sobre su escritorio y separó sus piernas para poder posicionarse entre ellas.
Amy puede sentir su corazón latiendo muy rápido. Han pasado tres días y debe admitir que también se imaginó con Henry en ese mismo escritorio.
—Te extraño tanto —murmuró Henry mientras recogía sus cabellos e inhalaba el aroma de su cabello que tanto extraña.