Cuando Ofelia regresó, vio a Killorn en la entrada. Se estaba quitando el abrigo y entregándoselo al mayordomo con una expresión irritada. Beetle hablaba a su lado, casi con exasperación. Layla lo miró y trató de huir, pero Beetle ya había captado su olor. Sin previo aviso, pasó corriendo junto a Ofelia, atrayendo instantáneamente la atención de Killorn.
—Ofelia —Killorn cruzó la distancia que los separaba en tres zancadas. La atrapó por la cintura y la acercó más a él. Enterrando su cara en su cuello, respiró profundamente y suspiró aliviado.
Ofelia reaccionó inmediatamente inquieta ante su afecto. Él presionó sus labios contra su piel, su boca tibia y húmeda. Su corazón se aceleró mientras él besaba con cautela cada lugar que podía antes de acurrucarse contra ella.
—Te extrañé, mi dulce.