—¿Por qué no me lo dijiste? —exigió—. Podría haberlo solucionado para ti mucho antes.
—Y-Yo no tenía p-pruebas —admitió—. E-ellos son vampiros y
—¡Te habría creído de todos modos! —insistió él, elevando la voz—. Hubiera
—¡Y-Yo te dije que no tenía a-amantes, q-que Neil no era nadie, p-pero no me creíste! —ella exclamó, su tono también creciente. Él estaba conmocionado y sin palabras.
Ofelia se abrazó los brazos con rostro afligido. —No c-confiaste en mí una vez, ¿q-qué me hace pensar que m-me escucharás esta vez?
Killorn exhaló bruscamente. —Así que es mi culpa.
Ofelia abrió la boca para negárselo. Luego, egoístamente bajó la mirada a sus pies.
Killorn asintió lentamente, casi en comprensión. —He fallado en mis deberes otra vez, Ofelia. Juré protegerte y mira lo que sucedió.
Los labios de Ofelia temblaron. —T-tú lo hiciste bien hoy.
—No lo suficientemente bien, no llegué a tiempo —reflexionó Killorn—. No debería haberte cuestionado cuando me pediste que viniera.