—¡Hah... Hah! —Killorn giró la cabeza y podía escuchar prácticamente el sonido de sus hombres entrenando a lo lejos. Para entonces, era hora de levantarse y unirse a ellos, ya que a menudo lideraba los ejercicios matutinos. Pero después de escuchar sus quejas ayer, permaneció en su posición enredada un rato más. Necesitaría esta paciencia, ya que más tarde en el día, tendría que prepararla para lo peor.
—M-mph… ¿Killorn? —Ofelia dijo cansadamente, su voz baja e infantil. Ella lo miró tiernamente, su rostro presionado contra su pecho.
El pecho de Killorn se apretó ante lo adorable que era. Había algo en su guardia baja que siempre le hacía desear su atención. Era suave y tranquila, solo hablaba cuando podía reunir la fuerza.
Killorn tiernamente sostuvo su rostro y la acercó más. Ella se retiró tímidamente, pero él capturó sus labios de todos modos. De inmediato, ella giró la cabeza, casi avergonzada.
—No me he refrescado —Ofelia le dijo tímidamente.